martes, 23 de febrero de 2010




El secreto de la voz


FOTO: Bocas cerradas. Acuarelascardesin.blogspot.com


Conmoción. Así es como salí el sábado del cine, conmocionada. La causa, El secreto de sus ojos. Por alguna razón, quizá el título me parecía algo meloso, yo ni siquiera la había considerado. Pero M. A. insistía en que valía la pena y no dudó en acompañarme a verla, él por segunda vez, lo que teniendo en cuenta los precios que se gasta el cine no dejaba de ser una buenísima señal. Apenas pestañeé el tiempo que duró la película. Drama, humor, intriga. Soledad, amor, justicia. ¡¿Justicia?¡ La peor forma de justicia que puede infligírsele a un ser humano, ¿cuál sería? ¿Cárcel, pena de muerte, trabajos forzados…? ¿Tal vez el silencio? No, no su silencio, sino el de los otros, el de su carcelero, la única persona que en este caso, juez y parte a la vez, podía suavizar su condena. Veinte años de silencio absoluto. Ni una sola palabra. Veinte años sin oír una voz. Veinte años de nada. "¿Cómo se pueden vivir veinte años de nada?", le pregunta Ricardo Darín a Soledad Villamil sin saber que pocos fotogramas después se encontrará de cara con la nada suprema, la del silencio, el castigo para el culpable, y tendrá que enfrentarse a sí mismo y a la disyuntiva de rebajar o no la condena al culpable simplemente pronunciando para él una palabra. "Dime algo" le pide el condenado. Pero no. Silencio. Nada. Dos décadas de nada en una secuencia de apenas un minuto que te devuelve a la calle sin aire, conmocionado, sin palabras.