martes, 6 de abril de 2010




VOCES: Thomas Bernhard


No sé si era mi exterior, mi interior, que se expresaban donde podía verse, la irradiación de mis pensamientos, de mi misión, que se preparaba enérgicamente dentro de mí..., pero nadie se sentó a mi lado, aunque, con el paso del tiempo, todo asiento se volvía precioso.


Es un paisaje que, por ser de tal fealdad, tiene carácter, más que los paisajes bellos, que no tienen ningún carácter.

Helada, de Thomas Bernhard