lunes, 28 de diciembre de 2009




ETC



Esta mañana he conocido a Luzmaría y Marta, las editoras de Ediciones Torremozas, y he pasado un rato muy agradable con ellas. El culpable: Senderos sobre el abismo (Nietzsche enajenado), el libro que contiene los relatos ganador y finalistas del XXI Premio Ana María Matute de Narrativa de Mujeres.

Ha venido a mis manos calentito, con el rostro algo enrojecido pero fotogénico y muchas ganas de dejarse oír, como los bebés recién nacidos y justamente en Navidad.
La verdad es que hacía más de nueve meses que lo esperábamos, y mira por dónde ha sido hoy, día de los inocentes, cuando por fin he podido traérmelo a casa y aquí lo tengo, mirándome con ojos pícaros, haciéndome monerías para que lo coja, le haga cosquillas, le rasque la tripita y, seguramente, cuando tenga la guardia baja, colgarme el monigote en la espalda y descubrirme su verdadero yo de Hombre hecho y derecho.

Dos de esos cuentos tienen como escenario una peluquería y, precisamente, ante mi curiosidad (por no decir inquietud), me comentaban Luzmaría y Marta que nada más lejos de la realidad el pensar que, al tratarse de un premio de narrativa escrita por mujeres, dicha ambientación sea el motivo por el que los mismos han resultado elegidos. Ellas reivindican la categoría de narrativa de mujeres, por llamarla de algún modo, dentro de la literatura; una categoría que, dicen, a diferencia de otros países, en España cuando se menciona siempre va acompañada de la connotación y la oblicua sombra de los eternos temas femeninos, idea errónea que las editoras de Torremozas entienden debe desterrarse.

Al margen de categorías literarias o no (que no comparto del todo deban existir), algo probablemente sepan ellas de esto, de la neutralidad o la universalidad o, puestos, el hermafroditismo de la literatura actual escrita por mujeres, ya que llevan más de veinte años publicándola, especialmente poesía, y convocando el Premio Ana María Matute de Narrativa de mujeres. Para ejemplo, valgan quizá estos siete relatos que conforman Senderos sobre el abismo (Nietzsche enajenado), de la colección Ellas También Cuentan (ETC).

Enhorabuena a las autoras y gracias a las editoras por su estupendo trabajo y sobre todo su cercanía.

martes, 22 de diciembre de 2009




MÁSCARAS

El padre tira una moneda al aire. Sale cara, lo que significa que el único disfraz, de angelito este año, lo usará el hermano mayor. El pequeño aunque decepcionado no echa una sola lágrima. La verdad es que le habría encantado llevarlo él. Siempre antes de dormir le desean dulces sueños, con coros de angelitos; pero él apenas sueña y si lo hace no recuerda lo soñado, o sí, pero nunca angelitos, sino payasos sin nariz, títeres ardiendo, mascotas sin hermanos, lápices de punta muy fina.

Y otro año, sin disfraz, el pequeño corre a jugar al parque. Dos niñas de su edad juegan a la comba. Una de ellas, al verlo, suelta de golpe la cuerda y se lo señala a la otra con el dedo.

—Mira ahí —le dice bajito—, el demonio.


Finalista del I Concurso de Microrrelatos Museo de la Palabra y publicado en Más allá de la Medida

lunes, 21 de diciembre de 2009




THE SNOW MAN, de Ted Eshbaugh

Y van dos. Esta noche ha vuelto a nevar en Madrid. Como no hay dos sin tres y mañana además se juega la Lotería, ojalá una tercera nevada nos sirva de amuleto (por aquello de año de nieves, año de bienes) y nos veamos entrando en el 2010 a bordo de un quitanieves, en vez de en el trineo de Papá Noel.

Por si alguien no ha hecho nunca un muñeco de nieve, Ted Eshbaugh os enseña cómo hacerlo en la versión original de The Snow Man, producida por Van Beuren Studios en 1932.

¡¡¡Feliz Nievedad!!!


VIDEO YOUTUBE: http://www.youtube.com/watch?v=VWQU1nP61Ms

martes, 15 de diciembre de 2009




Voces: Margaret Atwood

Pinto la silueta de una princesa, de una normal y corriente, con el busto estilizado de una modelo y cara infantil, como las que hice para Cuentos de hadas favoritos. Antes me indignaban, las historias nunca revelaban las cosas esenciales sobre ellas, como lo que comían o si sus torres y mazmorras tenían cuartos de baño, era como si sus cuerpos fueran puro aire. No era la capacidad de Peter Pan para volar lo que lo hacía parecer increíble a mis ojos, era la falta de un retrete junto a su refugio subterráneo.

Margaret Atwood, Resurgir

martes, 8 de diciembre de 2009




Hacia el oeste (Going West), de MAURICE GEE

Leo en Internet que Maurice Gee es uno de los más importantes escritores neozelandeses vivos, con una carrera literaria de más de medio siglo.

No lo conocía hasta que una amiga me ha hecho llegar su corto por correo electrónico, pero al parecer ha recibido premios prestigiosos tanto en Nueva Zelanda como fuera de ella. Entre otros, fue reconocido en 2003 como Artista Icono por la New Zealand Arts Foundation, y su novela Plumb galardonada en 2004 con el James Tait Black Memorial Prize, el premio más antiguo y prestigioso otorgado en Gran Bretaña a la literatura escrita en lengua inglesa y que también han recibido escritores como E. M. Forster o Graham Greene.

Going west es un corto de animación promovido por el Consejo del Libro de Nueva Zelanda, a partir del texto de Maurice Gee e ilustrado por Andersen M Studio.

lunes, 7 de diciembre de 2009




El silencio de las palabras:
Chus Arellano



Chus Arellano es poeta, lexicógrafo y profesor. Yo le conocí primero en esta última faceta, cuando me apunté a su curso de poesía en el centro cultural de un popular barrio de Madrid. A aquel grupo, en ese momento, solo asistían dos personas. Por experiencia sé que determinados cursos (idiomas, bailes de salón, taichi, batuka... ) venden mejor que otros (poesía, escritura creativa... ), según los barrios en los que se oferten. El caso es que las clases de Chus eran magníficas, de primerísima calidad, y a él no parecía importarle desplazarse hasta una zona que no cogía precisamente de paso a nadie, ni si enseñaba para dos o para veinte. Su entusiasmo era el mismo y su profesionalidad indiscutible.

Poco después asistí a uno de sus recitales-exposiciones-proyecciones, que no sé bien cuál es el término acertado para referirse a un espectáculo en el que se combinan la poesía, la imagen y el sonido. Solo sé que me gustó mucho.

Nadie mejor que él para aproximarnos a su obra, y así lo hacía al presentar su espectáculo poético en el Centro Cultural Blas de Otero de San Sebastián de los Reyes:

Poesía Perlocutiva, por Chus Arellano:

“Partiendo “absolutamente” de la teoría de los actos de habla, este espectáculo poético pretende inmiscuir al público en los vericuetos que sigue la poesía de hoy en día; demostrar que la palabra nos habita antes, después y a pesar de los poetas; aprovechando técnicas heredadas de las vanguardias, de la experimentación o de la poesía popular y tradicional, se propone un espectáculo que pretende desmontar el clásico recital poético; para ello se vale de elementos visuales, de literatura potencial o de la incorporación de nuevas tecnologías; como muestra un botón, léase (o véase) el poema titulado pacifismo:


PIM
PAZ
PUM”



Chus Arellano ha participado en la realización de Clave, Diccionario del Español Urgente (Agencia EFE) y de REDES, Diccionario Combinatorio del Español Actual (dirigido por Ignacio Bosque), y su poesía se ha publicado en diversas antologías.

Os dejo con algunos de sus poemas, donde la palabra disfruta de un doble protagonismo, como herramienta de expresión y como objeto poético. Espero que os gusten.



Caza


Hay un amor al silencio en todas las palabras;

una tendencia a desaparecer lo antes posible;

una pausa entre cada sílaba por la que se quieren

colar; hay algo que ellas saben más que ellas, al-

go de donde vienen y a donde van; pero en si-

lencio, como animales que se saben deseados.



Siesta


Después del luego, la marea -mareo- de todas

las palabras toma su asiento en la mesa redonda

del recuerdo; la memoria recuece en sus altos

hornos la mesa enunciativa y se hacen con ellas

una sábana, en la que se echa a dormir, más o

menos a las cuatro de la tarde.



Eco
post scríptum

¿Como si se pudiese hablar, así como así, de todas

las palabras?

sábado, 5 de diciembre de 2009




Voces: Carlos Castán

Un viaje, además, tiene siempre un reverso, una cara oculta que no por permanecer invisible debe dejarse de tener en cuenta: viajar no sólo es transportar tu presencia a otros parajes, sino crear tu falta en el lugar en que vives, hacer que alguien diga «¿Dónde andará aquella sombra que acostumbraba a errar por estas calles?» o «¿Habrá muerto ya el tipo que solía acodarse en la esquina del final de la barra?», y la construcción de ese hueco, de ese vacío en el aire, supone a veces una aventura mayor, aunque secreta, que las vividas en los días de carretera.

CARLOS CASTÁN, Sólo de lo perdido


miércoles, 25 de noviembre de 2009




Lugares (fugas breves): Egipto I















martes, 24 de noviembre de 2009




El pupitre de Chema Madoz



Contaba Chema Madoz hace unos días (durante el cara a cara con Juan Bonilla en el Festival Eñe), la siguiente anécdota. Al parecer, cuando era niño, sus padres le enviaron a una especie de clases precolegio en casa de una señora que utilizaba como aula la cocina. Cuando llegó, como se había incorporado tarde a las clases, en la mesa de la cocina ya no quedaba sitio para él; de modo que, al día siguiente, tuvo que llevarse de casa su propia banqueta y la señora le hizo sitio… ¡en el horno!, sí, que desde ese momento dejó de ser tal para convertirse en el pupitre de Chema Madoz. También recordaba haber usado alguna vez el cartabón como navaja para hacerse el bocadillo.

Según él, bromeaba, quizá esa podría ser la lectura psicoanalítica, si acaso la hubiera, de su interés por la descontextualización o subversión de la esencia de los objetos.

Fuera ese o no el momento en el que descubrió que los objetos poseen la cualidad de poderse desdoblar y adquirir una dimensión más allá de aquello para lo que sirven, lo que Chema Madoz subraya es la importancia que para él tiene aprovechar esa posibilidad para conseguir imágenes potentes, que se muevan en la indefinición, en la incertidumbre, da igual cual sea su metáfora.



Por eso, explica, él prescinde de asignar títulos a sus fotografías, para no correr el riesgo de acotar sus posibilidades semánticas con encabezamientos quizá no suficientemente acertados. Dice sentir mayor confianza en la sutileza que puede lograr con la imagen que con la palabra, y que el título es un elemento más de la obra, algo que hay saber manejar con inteligencia para que contribuya al desconcierto significativo que, en su caso, él pretende generar con la imagen.

Me detengo en esto último. Porque es cierto que a veces un mal título puede no solo condicionar al público a la hora de hacer su propia lectura de la obra, sino también desorientarle, provocar en él la impresión de haberse equivocado, de haber extraído una interpretación errónea de la misma y hacerle creer que no está preparado para entenderla.
No existen las lecturas erróneas, solo compresiones personales. La manera en que uno “comprende” una obra está en relación con su bagaje personal y cultural, referido no solo a formación, sino también a vivencias, experiencia, sensibilidad, etc. Y, en cualquier caso, sería dudoso afirmar que el arte, en cualquiera de sus lenguajes, trate de explicar algo que los demás hayamos de entender (metáfora); más bien, diría yo, su faceta sería la de preguntarse o, mejor dicho, preguntarnos sobre el mundo, sobre la vida, algo a lo que, a su manera, cualquiera puede responder.

Luego, el material del que se sirve el artista es el mundo, la experiencia humana, y con ella —recurro aquí otra vez a Walter Benjamin—, “usando sus ojos, sus manos y su alma, construye algo sólido, útil e irrepetible”. Añadiría yo también, que algo mágico. Magia que equivale a misterio, a la incertidumbre e indefinición de las que hablaba Chema Madoz; en definitiva a lo que no se ve pero está y se percibe —lleve título o no— por muy descontextualizado que se muestre, como sus tijeras, sus cucharas o... ¡su pupitre!


lunes, 23 de noviembre de 2009




María Soledad Uranga gana el I Concurso Internacional de Microrrelatos “Museo de la Palabra”


Hace días que llueve es el título del microrrelato con el que María Soledad Uranga se ha convertido en ganadora de este premio y de los 7.000 euros con que el mismo estaba dotado. ¡Enhorabuena!



martes, 10 de noviembre de 2009




XVII Premio Internacional de Relato Hiperbreve Círculo Cultural Faroni 2009

Hasta el 10 de diciembre, sigue abierto el plazo de presentación de hiperbreves a este premio ya mítico entre los concursos de microrrelatos.

Los relatos hiperbreves, de tema libre, no habrán de superar las quince líneas en letra Times New Roman, cuerpo 12, (1.230 caracteres con espacios), deberán ser originales, inéditos y dignos de su lectura por parte del Jurado, y cada autor únicamente podrá presentar un texto pegado o escrito en el cuerpo del mensaje.

El autor del hiperbreve ganador recibirá como premio el libro Obras Maestras, que reúne más de 300 fotografías realizadas por Chema Madoz, así como la publicación del hiperbreve en la revista Literaturas.com. Podéis leer las bases completas aquí

lunes, 9 de noviembre de 2009





Por favor, sea breve II

El próximo miércoles saldrá a la luz el segundo volumen de "Por favor, sea breve", el libro de microficciones editado por Clara Obligado en 2002. Han transcurrido siete años desde entonces, un período en el que microrrelato se ha consolidado definitivamente como una de las formas narrativas más cultivadas del siglo XXI. Por algo será. Casa de América y Páginas de Espuma nos invitan a la presentación (y celebración) de este libro que con toda probabilidad, como el anterior, en muy poco tiempo se convertirá en emblemático. Felicidades a la antóloga, a los editores y, por supuesto, a los autores.






viernes, 6 de noviembre de 2009




ISMAIL KADARÉ, Premio Príncipe de Asturias de las Letras (fragmento de su discurso)
No somos capaces de evitar la idea de que el arte, si bien puede no depender de los Estados, las doctrinas, la moda, depende sin embargo de algo. Y enseguida pensamos en nuestro mundo real, dicho de otro modo en nuestra propia vida. La idea de que la literatura depende de la vida es ya casi oficial a nivel planetario.

Yo plantearía una pregunta que ya en sí misma resulta herética: ¿es esto verdad? La respuesta, por el momento, necesariamente ha de ser de doble sentido: no puede descartarse que el arte mantenga vínculos con la vida, aunque sólo parcialmente.

Permitidme que, en la parte final de mi discurso, explique muy brevemente esta medio herejía. Una vez aceptamos que el de la literatura y las artes es un mundo paralelo, referencial, ya hemos admitido también que es un mundo rival.

Y en consecuencia, dado que la rivalidad conduce de forma habitual al conflicto, lo queramos o no habremos de admitir que entre esos dos mundos, el de la vida y el del arte, habrá conflicto.

… /...
Desde luego, existen muchas diferencias entre ellos, pero hay una de dimensión colosal que se sitúa por encima de todas las demás. Es la siguiente: mientras que, en su conflicto con el arte, el mundo real llega a tal extremo de furor como para precipitarse a destruirlo, en ningún caso, lo repito, en ningún caso la literatura y el arte atacan al mundo real con intención de dañarlo, sino que, por el contrario, pugnan por tornarlo más bello, más habitable.

Es una diferencia absoluta entre ambos. Y en tal caso esa diferencia no viene a constituir sino la más sublime confirmación de la verdadera independencia del arte.



FOTO: Buda de Bamiyán (Afganistán). Guiarte.com


Sobre el conflicto entre arte y realidad sobre el que centra su discurso Ismael Kadaré, viene al hilo recordar a Walter Benjamin. Para él, el momento histórico en el que se produce una obra de arte define su función y significado, lo que él llama su aura, algo que resulta irrepetible tal cual en un contexto histórico nuevo. Como es lógico, ante circunstancias históricas distintas, la obra de arte se expone a formas de pensamiento y lenguajes también distintos que transforman o reinterpretan —a menudo para bien y en casos excepcionales por suerte para mal— su función y significado originales (su aura).

La obra reacciona a ese cambio de contexto adaptándose a él, contemporizando y respetando sus valores y cánones, distintos, sí, de aquellos en los que fue creada, pero inductores también de otros matices y connotaciones que la hacen crecer en significación, que la mejoran y embellecen. Mejoras que revierten “sincrónicamente” —porque no es la gallina antes que el huevo ni viceversa— en dicho entorno: el arte se alimenta de la vida y la vida del arte, y en esa retroalimentación ambos se perfeccionan, se ennoblecen.

¿De dónde surge entonces el brete entre uno y otro?

Yo diría que el conflicto tiene que ver con la identificación que algunos tienden a establecer entre el mundo real y el mundo artístico, con la confusión entre arte y realidad, con el enjuiciamiento de la práctica artística desde ángulos que nada tienen que ver con lo artístico, sino más bien con lo ideológico, lo político, lo religioso, lo económico.

Edgard W. Said, analista de origen palestino y premio Príncipe de Asturias, afirma que “la cultura a menudo tiene que ver con un agresivo sentido de la nación, el hogar, la comunidad y la pertenencia". Es en el juicio acerca de si una obra de arte y su autor participan del suelo cultural que se conoce y al que se pertenece donde suelen producirse reacciones negativas contra aquellos y, en el peor de los casos, ese furor destructivo del que habla Ismael Kadaré.

En cualquier caso, más allá de ese furor y al margen de que la obra consiga sobrevivir o no físicamente al mismo, la ductilidad y permeabilidad del arte, su tolerancia a lo nuevo —en definitiva, su capacidad de adaptación— prueban su naturaleza independiente y son la clave de su pervivencia a través de los años, en la longitud y latitud de los siglos.

jueves, 5 de noviembre de 2009




VOCES: Montero Glez.


... era todo un cuentista y, como todo buen contador, conseguía que todo lo contado ocurriese.


MONTERO GLEZ., Cuando la noche obliga


domingo, 18 de octubre de 2009




Microrrelato infantil: VINCENT, de Tim Burton



Video de Youtube



Vincent Malloy tiene siete años, es un niño amable pero algo huraño.

Es bueno, obediente y muy educado, pero él quiere ser como Vincent Price, su ídolo soñado.

No le importa vivir con su perro, su gato y su hermana, aunque preferiría compartir casa con murciélagos y arañas.

Allí jugaría con los horrores que ha inventado y vagaría por los oscuros pasillos, solo y atormentado.

Cuando viene su tía, Vincent parece un cielo. Pero se imagina sumergiéndola en cera hirviendo para su museo.

Hace experimentos con su perro, Abocrombiecon el fin de crear un horrible zombi. Con ese espectro terrorífico para los hombres, buscaría sus víctimas por la niebla de Londres.

Pero él no solo piensa en crímenes violentos, Vincent pinta, y de vez en cuando lee cuentos. Mientras otros niños leen tebeos de acción a Vincent es Edgar Allan Poe quien llama su atención.

Una noche, cuando leía una historia horripilante, algo le hizo palidecer al instante.

Con tamaño disgusto su vida quedó derrumbada, pues su bella esposa viva fue enterrada. Debía cerciorarse de que había muerto, e intentando desenterrarla destrozó las flores del huerto.

Su madre lo envió a su cuarto como castigo, desterrado en sus sueños a la torre del olvido.

Sentenciado a pasar el resto de su vidacon el retrato de su amada que fue enterrada viva. Y mientras lloraba sumido en la desesperación, apareció su madre en la habitación. Le dijo: "Si quieres puedes salir a jugar. Hace un día estupendo, lo puedes aprovechar."

Vincent trató de hablar pero no pudo, los años de aislamiento lo volvieron casi mudo. Así que cogió su pluma y se puso a escribir: "Estoy poseído por esta casa, nunca volveré a salir."S

Su madre le contestó: "Ni estás poseído ni estás medio muerto, este juego tuyo es solo un invento. Eres Vincent Malloy, no eres Vincent Price y no estás loco ni atormentado, ¡caray!Tienes siete años y eres mi hijo, vete a jugar con otros niños, ¡te lo exijo!"

Y tras este toque de atención abandonó la habitación. Pero cuando Vincent trató de sobreponerse las paredes empezaron a moverse. Crujían, temblaban y su horrible locura la cima alcanzaba.

Vio a Abocrombie, su terrible esclavo, y su mujer lo llamaba desde el otro lado. De la tumba nacían sus ecos y de las paredes surgían manos de esqueletos.

Todas las desgracias que sus sueños atormentaban entraron en su vida mientras él gritaba.

Trató de escapar, de huir del horror, pero su mustio cuerpo se derrumbó por el dolor. Y débilmente, casi sin voz, recitó El Cuervo de Edgar Allan Poe:

"Y mi alma, de esa sombra, que allí flota fantasmal,

no se alzará?...

Nunca más."

miércoles, 14 de octubre de 2009




Lugares(fugas breves):
MUSEO CARL MILLES (Estocolmo)









lunes, 5 de octubre de 2009




Por las BARBAS de CORTÁZAR

Dicen que, con los años, las personas adquirimos el rostro de quienes en verdad somos y de lo que hemos vivido, y que ya no hay vuelta atrás, pues los rasgos faciales dibujan y muestran entonces —para bien o para mal—, nuestro exacto y auténtico mapa interior.

Tal vez por ello, un buen día, Julio Cortázar decidiera dejarse barba.

Corrían los años 50 del siglo XX y el maestro ya no era un chiquillo, sino un escritor en plena madurez que para entonces había realizado algunas de las elecciones más importantes de su vida, lo que probablemente registraría ya su rostro: la dedicación plena a la literatura, su compromiso político con los movimientos revolucionarios de América Latina y el abandono definitivo de Argentina para instalarse en París, donde fallecería.

Suele hablarse de un antes y un después de París en la vida y obra de Cortázar. Lo cierto es que, en esta ciudad, el escritor adquiriría finalmente notoriedad pública y acabaría cubriendo el rostro delgado y lampiño de su época preparisina (despejado como las grandes extensiones pamperas en las que discurrieron sus primeros años docentes) con una barba oscura y espesa, que algunos atribuirían sarcásticamente a un rumoreado tratamiento de hormonas.




Cierto o no el rumor, tras la barba iban a quedar camufladas muchas cosas. Se disimularían con ella, no solo el paso de los años, sino también las huellas que dejó en Cortázar el abandono temprano por parte del padre del núcleo familiar y, como consecuencia, el crecimiento del escritor al abrigo exclusivo de figuras femeninas (madre, hermana y tía).

Junto a ello, su pertenencia a la clase media del cinturón industrial de Buenos Aires, así como la condición de hija ilegítima de su madre imprimirían a la familia cierto complejo social, inexpresado, pero que marcaría algunos de los rasgos de la personalidad de Cortázar: su afán obsesivo por huir de la mediocridad a través de la cultura y la erudición; la actitud en ocasiones posibilista del autor, que durante sus años argentinos llegaría a ocupar distintos puestos en la enseñanza normal y universitaria, de la mano de amigos influyentes cuya identidad jamás desveló.

A la satisfacción que suponían tales oportunidades, se sumaban, en el otro platillo de la balanza, el sentimiento de precariedad que implicaba para él acceder a la docencia universitaria al margen del procedimiento habitual de concurso y sin un título superior que lo avalara —inició estudios de Filosofía y Letras, pero no consta que llegase a obtener el título— y el tremendo esfuerzo para hacerse con la carrera de traductor en un tiempo récord de apenas nueve meses.

Sin embargo, es posible que, más que todo lo anterior, los relieves más pronunciados de su rostro los esculpiese el deseo siempre perseguido de cambiar una Argentina que el escritor consideraba, en palabras del biógrafo Eduardo Montes-Bradley, “dormida en la siesta americana”, por la prometedora Europa de las vanguardias. Después de todo, Cortázar había nacido en Europa, concretamente en Bruselas, en 1914, y, cuando todavía apenas caminaba, ya lo hacía por las animadas calles de Zürich, donde en esos momentos la familia del escritor y la vida artística y cultural europea se refugiaban de la guerra recién iniciada.

No es de extrañar, por tanto, que Cortázar eligiese Europa como destino final de un viaje que había iniciado en dicho continente treinta años antes en brazos de su madre, abuela y hermana, y que vendría a cerrarse circularmente en París en 1951.

El que llegaba a París era un Julio Cortázar anónimo ya por muy poco tiempo tras su recién conseguida barba. Casualidad o no en el caso del maestro, nada expresa mejor la idea de paso de página, de cambio, de crecimiento, de madurez de un personaje que el crecimiento de una buena barba, sea ésta real o narrativa.




domingo, 27 de septiembre de 2009




VI Premio Nacional de Microrrelatos El Basar

El 18 de abril pasado, Antonio Serrano Cueto ganó el V Premio de Microrrelatos el Basar con su microrrelato El autobús circular, que fue publicado junto con el resto de finalistas y seleccionados de dicha edición en un volumen colectivo titulado Microorganismes.

Bien, pues la VI edición de este Premio ya está en marcha, tal como recoge Fernando Valls, miembro del jurado del concurso, en su blog La nave de los locos, donde podéis leer las bases completas.

El concurso se desarrollará entre octubre del 2009 y febrero del 2010. Cada mes se seleccionará el mejor microrrelato, que se convertirá en finalista, hasta un máximo de seis seleccionados. Los finalistas de cada mes optarán a un primer premio de 2.000 euros y a la publicación, como parte del premio, de un recopilatorio de microrrelatos que editará Montcada Comunicación. El veredicto mensual del concurso se hará público en el programa El Basar de la Cultura, de Montcada Radio, y en el apartado de microrrelatos de la web http://www.montcadaradio.com/.


viernes, 25 de septiembre de 2009




VOCES: Paul Valéry

En un tiempo muy distinto del nuestro, y por hombres cuyo poder de acción sobre las cosas era insignificante comparado con el que nosotros poseemos, fueron instituidas nuestras Bellas Artes y fijados sus tipos y usos. Pero el acrecentamiento sorprendente de nuestros medios, la flexibilidad y la precisión que éstos alcanzan, las ideas y costumbres que introducen, nos aseguran respecto de cambios próximos y profundos en la antigua industria de lo Bello. En todas las artes hay una parte física que no puede ser tratada como antaño, que no puede sustraerse a la acometividad del conocimiento y la fuerza modernos. Ni la materia, ni el espacio, ni el tiempo son, desde hace veinte años, lo que han venido siendo desde siempre. Es preciso contar con que novedades tan grandes transformen toda la técnica de las artes y operen por tanto sobre la inventiva, llegando quizás hasta a modificar de una manera maravillosa la noción misma del arte.

Pièces sur l'art ( «La conquête de l'ubiquité»)

miércoles, 23 de septiembre de 2009




SILBANDO MELODÍAS
Singing the Blues, de BIX BEIDERBECKES


sábado, 11 de julio de 2009




MANUEL SÁNCHEZ VICENTE gana el CONCURSO "RELATOS EN CADENA" de la SER

Ayer viernes, 10 de julio, se celebró la final del concurso de microrrelatos que organiza la Cadena SER, en el que resultó premiado con 6.000 euros el microrrelato titulado Rueda de reconocimiento, de Manuel Sánchez Vicente, finalista del mes de mayo. ¡Enhorabuena al ganador!

Podéis leer su microrrelato aquí.

jueves, 25 de junio de 2009




VOCES: Bob Dylan(2)
Cuando hace frío no hay rebeldes. El frío nos hace a todos iguales. Con frío no hay filosofías ni ideologías.

No direction home, de Martin Scorssese

miércoles, 24 de junio de 2009




BOB DYLAN (1): HURACÁN


Suenan disparos en el bar, por la noche. Entra Patty Valentine y desde la entrada de arriba ve al camarero en un charco de sangre. Grita: “¡Dios mío, los han matado a todos!”

Esta es la historia del Huracán, el hombre al que las autoridades culparon de algo que no había hecho. Pero podría haber sido el campeón del mundo. Tres cuerpos están allí donde Patty los vio, y otro hombre, llamado Bello, merodeando por la zona misteriosamente. “No lo hice”, dice, y levanta sus manos. “Estaba solo robando en la caja, espero que me entiendas. Yo los vi marchar”, dice, y se calla. “Uno de nosotros debería llamar a la policía.” Patty los llama y llegan a la escena del crimen con sus luces rojas en la cálida noche de Nueva Jersey.

Mientras tanto, lejos, al otro lado de la ciudad, Rubin Carter y dos amigos daban una vuelta en coche por ahí. El contendiente número uno de los pesos medios del boxeo no tiene ni idea de la mierda que le está a punto de caer encima cuando un policía los detiene y les manda parar en la cuneta. Igual que la vez anterior, y la anterior, y la anterior. Si eres negro, mejor no salgas a la calle, a no ser que quieras que tu madre lo lamente. En Paterson, es como funcionan las cosas.

Alfred Bello tenía un compañero, y tenía una denuncia que dar a la policía: “Vi a dos hombres correr, dijo, dos tipos de peso medio. Subieron a un coche blanco con matrícula de fuera del estado." Y la señorita Patty asintió con la cabeza. El policía les dice: “Un momento, chicos, éste no está muerto.” Así que lo levantaron y lo llevaron al hospital. Y aunque a este hombre le costaba ver bien, le preguntaron si podría identificar a los asesinos.

Las cuatro de la mañana y llevan a Rubin a presentarse en el hospital. El hombre herido le mira a través del único ojo bueno que le queda y dice: “¿Pero qué me traéis aquí? ¡Este no es el hombre!

Sí, esta es la historia del Huracán, el hombre al que las autoridades culparon de algo que no había hecho. Lo pusieron en una celda, pero podría haber sido el campeón del mundo.

Cuatro meses después, los guetos están que arden. Rubin está en Suramérica, luchando por su nombre, mientras Arthur Dexter Bradley, todavía metido en el caso del atraco, está siendo presionado por la policía, que busca alguien a quien culpar. “¿Recuerdas que dijiste que habías visto escapar un coche? ¿Crees que puedes jugar con la ley? ¿No crees que fue el boxeador al que viste correr aquella noche? Recuerda que eres blanco.”


Arthur Dexter Bradley dijo que no estaba seguro. “Un pobre chico como tú nos puede ayudar mucho”, le dice la policía. “Te tenemos pillado por el trabajito del motel, y podemos hablar con tu amigo Bello. Venga, no tienes por qué ir a la cárcel. Sé un buen chico. Le harás un favor a la sociedad. Ese hijo de puta es un rebelde y cada día se vuelve más. Queremos poner su culo en la cárcel. Le culparemos del triple asesinato. No es el Caballero Jim, precisamente.”

Rubin podía cargarse a un tipo de un solo golpe, pero nunca hacía más que eso. “Es mi trabajo”, dice, “ y lo hago por dinero. Y una vez acabado, acabado está.”

Era un paraíso donde las truchas campaban a sus anchas y el aire era puro, cabalgando a caballo a lo largo del camino, pero lo cogieron y lo pusieron en la cárcel, donde convierten a todo un hombre en un ratón. Todas las cartas de Rubin estaban marcadas de antemano. El juez convirtió a los testigos de Rubin en borrachos de los barrios bajos. Para los chicos blancos que lo vieron, no era más que un vagabundo revolucionario. Para la gente negra, él era solo un negro loco. Nadie dudó que él había tirado del gatillo. La policía aseguró que había sido él el culpable y el jurado de blancos estuvo de acuerdo. Rubin Carter fue injustamente acusado. Bello y Bradley mintieron. ¿Cómo puede la vida de un hombre estar en la palma de la mano de unos idiotas?





FOTO: Susan Voss. RAM

lunes, 22 de junio de 2009




LIOFILIZACIÓN

Armstrong contempló la huella de sus pisadas sobre la superficie polvorienta.
De no ser porque Aldrin dormía en el interior
de la nave
bajo los efectos de la Biodramina y la sobreingestión
de hamburguesas liofilizadas, le habría cedido de buen grado el privilegio del paseo; las botas del traje le venían pequeñas y notaba los talones lastimados. Pero al fin y al cabo él era el comandante. Debería haber contactado con la base nada más llegar y pronunciado, para que pudiera oírla todo el mundo, la frase pactada. Decidió en cambio que bien podía tomarse su tiempo. No se veía un alma en kilómetros y la temperatura era buena. Todo era silencio. Valía la pena aprovechar la ocasión, siempre y cuando, se dijo, no hubiese testigos. Claro que estaba Aldrin, pero se le veía cabeceando al otro lado de la ventanilla, con lo que probablemente no se enteraría de nada.

De todos modos era mejor no correr riesgos, así que Armstrong volvió sobre sus pasos y, con un clic en la pechera de su traje, activó el plegado de emergencia hasta dejar la nave reducida al tamaño de un sello de correos. La introdujo en un bolsillo de su pantalón y cerró la cremallera. Luego, se quitó los guantes y con las manos libres fue despojándose del casco, la camisa, los tubos de evacuación y las perneras hasta quedarse completamente desnudo. Eligió una roca poco rugosa donde poder tumbarse boca arriba, los brazos por almohada, para poder mirar desde lejos la Luna. Desde allí, parecía más bella. Otra misión fallida, imaginó que se lamentarían allí arriba los suyos. En torno a él no se oía un suspiro. Esto es un mar de tranquilidad, fue lo último que pensó Armstrong antes de quedarse dormido en la cara oculta de la tierra.

domingo, 14 de junio de 2009




VOCES: Göran Tungströn
Siempre era como volver a la sede misma de las palabras, porque para Aron las cosas habían estado cerradas, y el mundo había sido hostil hasta que conoció a Solveig. Su encuentro había sido como cuando dos personas están hechas la una para la otra. Y enseguida empezó a ver cómo Solveig iba abriendo las cosas, una tras otra, mostrando sus riquezas relucientes de significados. Fue así como entró en el mundo de las palabras.

El Oratorio de Navidad

martes, 9 de junio de 2009




A DIARIO




De haberse levantado ya, tal vez escucharía repetir a Carla un día más que el olor a tinta fresca de mi periódico le recuerda el que acompañaba su desayuno en las mañanas de colegio. Le oiría decir que es un recuerdo dulce, aunque su olor de entonces no se mezclara con el del primer café del día, sino con el de los chicharros recién traídos del mercado. Que recuerda sus páginas abiertas y reblandecidas sobre la mesa de formica de la cocina (esa que tenía un cajoncito lateral para los cubiertos y una silla de enea a cada lado), junto al tazón de loza desportillado donde migaba sopas para el desayuno.

De haberse levantado ya, quizá como otras veces le escucharía que el filo un poco en sierra de estas páginas es casi como el del cuchillo con el que su madre, de pie frente al fregadero, raspaba escamas y arrancaba vísceras uno a uno a los chicharros del almuerzo. Y le oiría repetido lo brillante, casi como nuevo, que dejaban el cuchillo las hojas secas del diario después de limpio el pescado, más que cualquier lavavajillas al limón de cualquier anuncio de cualquier cadena. Más suave, no, eso no, no más suave que el roce de las manos de su madre al retirarle el tazón de migas ya acabado.

Puede que luego me hablase de otro periódico y de otras mañanas no de colegio, sino de primeros madrugones juntos que tal vez ella aún recuerde. De besos prolongados en un trayecto corto Goya-Retiro, apurados de pie mientras en un asiento doble del mismo vagón otras bocas se inclinan sobre mitades de un mismo periódico e intercambian por lo bajo palabras dulces y espesas, espesas y dulces como las migas.

De haberse levantado ya, y debería, que no son horas, quizá Carla escurriría en el fregadero un cartón de leche terminado, prepararía una infusión de menta y acercaría la silla a este lado de la mesa para cogerme la otra mitad del periódico. Y entonces los dos inclinaríamos la cabeza como esas parejas del metro, uno a la derecha, otro a la izquierda, y murmuraríamos palabras espesas y dulces que, bajo el pasar de páginas en sierra y el aullido de la cafetera, tal vez ninguno alcanzaremos ya nunca a oír.


miércoles, 3 de junio de 2009




I Concurso Internacional de Microrrelatos “MUSEO DE LA PALABRA”




La Fundación César Egido Serrano convoca el I Concurso Internacional de Microrrelatos "Museo de la Palabra", abierto a escritores de cualquier país del mundo y dotado con un premio de 7.000 euros al microrrelato ganador del certamen, de extensión no superior a 600 caracteres con espacios incluidos.

Las bases completas del concurso podéis leerlas en Museo de la palabra

jueves, 28 de mayo de 2009




VOCES: Agota Kristof


Las palabras que definen los sentimientos son muy vagas; es mejor evitar usarlas y atenerse a la descripción de los objetos, de los seres humanos y de uno mismo, es decir, a la descripción fiel de los hechos.

Claus y Lucas


martes, 26 de mayo de 2009




BUTOH y MORFEO



Me comentaba hace tiempo un amigo que, para él, quedarse dormido en una ópera o en un concierto de música clásica, no era síntoma de aburrimiento, sino una prueba inequívoca de lo lejos que uno u otro le habían transportado, del enorme placer que le habían procurado.

No es que yo sea de las que necesitan meter los dedos en el enchufe para creer en la electricidad, pero hace pocas semanas viví una experiencia muy parecida mientras asistía al espectáculo de danza butoh, El río de verde musgo-desde la orilla opuesta, una de las propuestas del Festival Madrid en Danza de este año —supongo que no es casualidad que, por esos mismos días, pegase fuerte en las salas la película Cerezos en flor, de la directora Dorris Dörrie, donde el butoh asume un papel importante en la pulsión de la trama.

Lo cierto es que, tras los primeros minutos de desconcierto —hasta pocos días antes no había oído siquiera hablar del butoh—, en los que mi deformación de espectadora de danza y teatro al uso me llevó a tratar de encontrar, como en aquellos, la supuesta segunda lectura de lo que estaba presenciando, mediante la asociación entre música e imágenes o movimientos; tras esos primeros instantes de extravío, decía, enseguida pude darme cuenta de que en el butoh no caben asociaciones ni intentos de desciframiento que valgan, salvo en todo caso el de uno mismo.

Parecería que la música, en principio, debiera ser un ingrediente imprescindible para un espectáculo de estas características; y lo es, claro que sí, pero solo en su forma más minimalista, apenas una excusa —la prueba es que el bailarín principal, Dakei, es sordo— para poner al espectador en contacto con su propia música interior, con el espectáculo que en ese instante está sucediendo dentro de sí mismo, en su intimidad, y, de algún modo, “curarlo” de su sordera con respecto a ésta.

Los sonidos, mínimos, esenciales, fugaces actúan como gotas que lentamente van perforando capas mucho más allá del oído. Hasta que dejan de ser sonidos y revierten en voces. O eso al menos es lo que yo acabé escuchando: voces y palabras. Unas palabras un tanto raras, porque no dicen, no cuentan, no significan, pero desde luego hablan, hasta un punto en que ya no requieren ni del cuerpo de Dakei ni de la percusión ni del koto, no se requieren ni siquiera a sí mismas para seguir hablando; porque el espectador para entonces ya ha logrado hacerse con el turno de palabra, se ha recostado en el asiento, ha cerrado los ojos, ya no ve ni tampoco oye y, sin embargo, como un buen microrrelato, no para de hablar o, mejor dicho, de hablarse, de intuirse, de interpretarse. Y entonces, cuando la luz vuelve y las voces callan, en la fila seis, butaca cuatro, hay una espectadora que no se ha dormido, pero lo parece.


FOTO: MADRID CULTURAL
(Fuente, Teatro de la Abadía)