martes, 29 de marzo de 2011




Este blog se cierra aquí. Ha cumplido su tiempo y su autora caminará ahora por otros lugares. Chao.




viernes, 11 de marzo de 2011




Comunidad, de Frank Kafka

Somos cinco amigos; cierta vez salimos uno detrás del otro de una casa; primero vino uno y se puso junto a la entrada; luego vino, o mejor dicho, se deslizó tan ligeramente como se desliza una bolita de mercurio, el segundo, y se puso no lejos del primero; luego el tercero, luego el cuarto, luego el quinto. Finalmente todos estábamos de pie, en una línea. La gente se fijó en nosotros y señalándonos decía: los cinco acaban de salir de esa casa. Desde entonces vivimos juntos, y tendríamos una vida pacífica si un sexto no viniera siempre a entrometerse. No nos hace nada, pero nos molesta, lo que ya es bastante; ¿por qué se introduce por fuerza allí donde no se le quiere? No lo conocemos y no queremos aceptarlo con nosotros. Nosotros cinco, en verdad, tampoco nos conocíamos antes y, si se quiere, tampoco nos conocemos ahora, pero lo que es posible y admitido entre nosotros cinco es imposible e inadmisible en ese sexto. Además somos cinco y no queremos ser seis. Por otra parte, qué sentido puede tener esta convivencia permanente, si entre nosotros cinco tampoco tiene sentido, pero nosotros ya estamos juntos y seguimos estándolo, pero no queremos una nueva unión, precisamente en razón de nuestras experiencias. Pero ¿cómo enseñar todo esto al sexto, puesto que largas explicaciones implicarían ya una aceptación en nuestro círculo? Es preferible no explicar nada y no aceptarlo. Por mucho que frunza los labios, lo alejamos empujándolo con el codo, pero por más que lo hagamos, vuelve siempre otra vez.


sábado, 5 de marzo de 2011




Ella, entre sueños, se retiró de la frente un mechón suelto. Él vio cómo del mechón se soltaba un cabello negro, resbalaba por el rostro de ella desde la nariz a la barbilla y se lanzaba desde ahí como de lo alto de un precipicio. Sin perder detalle le siguió en su recorrido. Al final del trayecto, descansando sobre el pecho de ella, una hebra plateada. Bastó un instante.


sábado, 26 de febrero de 2011




Sólo tenía que observar, ordenar aquellos fotogramas en mi cerebro y dejar que ocurriesen, que nacieran al espacio y al tiempo. Y sucedió. Pasó todo con un dinamismo predecible, como si la realidad fuese un trozo de papel doblado en acordeón y se desdoblase inevitablemente al contacto con el aire, con mi conocimiento, con mi conciencia: Anochecía. El empleado del parque se acercó para vaciar de basura la papelera junto al banco. Dentro estaba yo, que caí fuera de aquel enorme círculo de tierra ni blanco ni negro, y era aún demasiado pequeño para conocer mi nombre y mis apellidos.


jueves, 3 de febrero de 2011




VOCES: Julio Llamazares

La vida de una persona se resume en veinte fotografías.

Llamazares, Julio. Festival Eñe 2011.

lunes, 24 de enero de 2011




VOCES: Julio Cortázar





Cortázar, Julio: El discurso del oso, en Historias de cronopios y de famas (1962)




Las cosas, los objetos me refiero, no lloran, tienen entre ellos ese pacto. Desde el principio, desde siempre. Impasibilidad. Nada de lágrimas. Poca gente que se sepa está al corriente de ello, probablemente porque poca gente pueda imaginarse que entre los objetos sea posible tanta unanimidad. El caso es que ellos, los objetos, al menos en ese aspecto son unánimes. Y leales. Si lo hiciesen, si arrancasen alguna vez a llorar no solo romperían su pacto, también estarían dándoles el gusto a los otros, a nosotros los sujetos, de ver cómo la ecuación del mundo se equilibra y a ambos lados de la igualdad solo y nada más hay llanto.


domingo, 23 de enero de 2011




Cinematografía

Mario Ayala se hizo el harakiri en medio de la reunión. Acabábamos de aprobar por mayoría absoluta su proyecto, pero él vino a arrodillarse delante de mí, separó los botones de su camisa blanca, sacó una daga del bolsillo del pantalón y se la clavó en el abdomen. Un chorro de sangre de caudal fino pero fluido brotó de la herida con potencia suficiente como para salvar el ancho de la mesa e ir a parar dentro del vaso de agua medio lleno del director adjunto; la mitad superior de su cuerpo quedó unos segundos balanceándose levemente en el aire, luego cayó hacia atrás y se desplomó sobre el suelo de cerámica. Nadie gritó. El director adjunto y el jefe de recursos humanos abandonaron la sala en silencio. Mientras la secretaria se agachaba y le cerraba a Mario Ayala los ojos entreabiertos, sudorosos, volvieron a sentirse bajo nosotros aquellas turbulencias que solo se dejaban notar en la sala de reuniones y que se parecían, o eso pensé, al hormigueo que produce una máquina de afeitar sobre la piel, como miles de hormigas rascándote con sus antenas las plantas de los pies. Mario Ayala no podía sentirlo, estaba muerto. Se había quitado de en medio dios sabía por qué motivo y ya nunca sabría de dónde procedían aquellas vibraciones.

lunes, 17 de enero de 2011




Voces de cine: Mary "Slim" Browning




You know how to whistle, don't you, Steve?

You just put your lips together and blow.


Lauren Bacall, "la flaca" en To have and have not (Howard Hawks, 1944, basada en la novela de E. Hemingway)