sábado, 5 de marzo de 2011




Ella, entre sueños, se retiró de la frente un mechón suelto. Él vio cómo del mechón se soltaba un cabello negro, resbalaba por el rostro de ella desde la nariz a la barbilla y se lanzaba desde ahí como de lo alto de un precipicio. Sin perder detalle le siguió en su recorrido. Al final del trayecto, descansando sobre el pecho de ella, una hebra plateada. Bastó un instante.


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